Leer solo fragmentos de textos de Platón, Aristóteles, Séneca, Cicerón, Montaigne y otros cuantos (me) causa el siguiente efecto:
Que veo el mundo y a las personas que parecen asombrar e impresionar a la mayoría como entes en verdad minúsculos e insignificantes...
Me pregunto si esos que el mundo parece admirar han ojeado al menos un párrafo escrito por los pensadores insignes; concluyo preliminarmente que no y eso entonces hace que aquellos pierdan para mí cualquier atractivo. No hay ni peso ni sustancia. Solo fachadas. Claro. Por algo la mayoría los admira y cree en ellos.
Comments