Lo que dice aquel insigne pensador del siglo XIX (cuyo texto tanto disfruto) sobre lo admirable de la escritura es cierto y verdadero.
Yo complementaría esto con algo más ya identificado por otros:
Que la existencia diaria, cotidiana, a la que estamos acostumbrados y que pocas veces percibimos como milagrosa, es un milagro.
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