1. Ignoramos (casi totalmente) lo que va a pasar. Solo tenemos el día a día, y más o menos somos capaces de prever. El único refugio es Dios.
2. Que nos perdone El Señor por ser tan injustos, es decir, por centrarnos tanto en nosotros mismos y, concomitantemente, olvidar a los que realmente están sufriendo.
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