La existencia como algo que es “tan poca cosa” si se compara con lo que Dios representa. Considerar la muerte como referente y vivir cada día como si fuera el último (ya lo repetía M.A.) es consejo apropiado, que, además, se enmarca dentro del ser conscientes de la ceguera propia. Si se asume que como vemos la existencia no es como Dios la ve, entonces ella sí es poca cosa, que, paradójicamente, siempre vemos como la gran cosa.
Ver la existencia vital como la ve Dios, no como la vemos nosotros, siempre incorrectamente. El respeto a la naturaleza y a la evolución como Dios las ha concebido así nos parezcan a los humanos algo incorrecto.
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