Se nos pasan los momentos pensando en nosotros mismos; en cómo evitar el dolor hoy o mañana; en asustarnos respecto del futuro, de la pérdida y de la muerte; en atender las necesidades del cuerpo del que somos como esclavos. En contar frecuentemente las monedas de oro que tenemos en el baúl con el fin de saber para cuánto nos alcanzan; en ir a la fuente de los chismes para luego comentarlos y manifestarles nuestra opinión y/o indignación a todos aquellos a quienes nos encontramos.
Sí tienen razón los que nos ofrecen guarida intelectual en el sentido de que nosotros somos distintos en cada momento del día, por no decir, en cada hora. Eso lo repiten Balmes y otros: las pasiones emergen todas desordenadas en nuestro corazón.
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