Marco Aurelio dice algo así: que tú también has cometido errores.
Uno debe procurar no olvidar que uno es imperfecto y débil y que lo que uno hace es imperfecto, defectuoso y falible, y que eso es inevitable, sin importar el esfuerzo. La condición de imperfección propia de lo que uno es y de lo que uno hace no solo no es removible, sino que, además, es inevitable.
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