Aunque la inteligencia no discrimina, es decir, tener una inteligencia aguda no depende de una cierta edad, sí es verdad que muchos, si no, la mayoría de varones a los 18 o 19 años creemos erróneamente que somos capaces de entender y de saber prácticamente todo y de que entendemos y sabemos prácticamente todo. Nada más falso. Puede haber inteligencia, pero paradójicamente esa misma inteligencia no alcanza a medir el poder y fuerza de la arrogancia propia del varón. Décadas después, si el varón es realmente inteligente (y bueno) se da cuenta de que no solo estaba perdido existencialmente a los 18, sino también en la adultez. Seguirá perdido existencialmente el resto de su vida, además. Solo es eficaz, siempre, la luz proporcionada por Dios.
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