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La mancha indeleble del alma

Benito Baur tiene razón:


Todo eso aparentemente bueno, pero a fin de cuentas manchado por el amor propio, es decir, por el narcisismo. Somos defectuosos, frágiles y tenemos una mancha indeleble.


Como lo anota Gómez Dávila: la humildad no es dejar (hipócritamente) de reconocer la virtud, sino más bien, aceptar que no es de uno, sino prestada por Dios.

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