1. La vanidad
Cuántas veces se hizo algo no por el mérito consustancial de ese algo, sino más bien como resultado de un anhelo de admiración por parte de los congéneres: queremos que nos reconozcan y nos digan “qué inteligente y bueno es”. Ay, cuánto de la vida se hace por pura vanidad.
2. La distancia entre la idea y la realidad, entre la racionalidad y lo fáctico
Exacto. Es la distancia entre la idea y la realidad. La distancia entre la racionalidad y lo que ocurre realmente. Sobre esto último, doy un ejemplo: un grupo de personas debe cumplir un plazo que está escrito en un papel. Todos manifiestan su acuerdo. El plazo es racional desde todo punto de vista. Algunos del grupo no cumplen el plazo y cuando incumplen simplemente piden disculpas y ofrecen todo tipo de excusas. Así, lo racional queda en el papel, y no en la vivencia. El ser sobre el deber ser.
3. Nada a cambio
Para muchos es difícil entender que uno real y verdaderamente no quiere nada a cambio.
Parte del cristianismo aplicado es eso. Que no se busca nada a cambio. Y como dijo aquel: ¿si así fuera, entonces qué es lo que estamos dándole a cambio a Jesús? Es cierto lo que reescribe NGD: que para triunfar en los negocios se requiere cierta bajeza del alma.
4. Cuando alguien gana (algo), nuestros instintos y pasiones más básicos nos impulsan a estar de acuerdo con sus posturas.
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