Del profesor, del investigador y del traductor no se puede esperar que no haya cometido errores; se debe esperar, en cambio, que aproveche esos errores para pulirse y para prevenirse de ellos a sí mismo y a sus discípulos. No es inconsistencia moral que el profesor, que es investigador, indique esos errores a los alumnos y que los corrija, así él mismo los haya cometido en el pasado; es esta precisamente la dimensión positiva del error, este que tanto duele al que en forma ilusa y vana añora no haberlo cometido jamás.
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