Es probable que la lectura de algunos textos de filosofía tenga como efecto que sus (pocos) lectores crean que saben dos o tres cosas más que el resto de mortales cuando en verdad ello no es así.
En todo caso, sí me causa preocupación el que parezca existir tanta superficialidad en las explicaciones, en los argumentos, y en los escenarios en los que menos superficialidad y banalidad deben verificarse y verse.
No se trata de descripciones o explicaciones que nadie entienda.
No.
Tal vez se trata de equilibrar la altura de los argumentos, su profundidad, y la sencillez en su exposición.
Este conjunto de virtudes parece inexistente hoy, repito, en los escenarios en donde debería brillar.
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