Casi siempre, en Estados Unidos se reviven los años ochenta porque, entre otras cosas, la música de esa década siempre suena por ahí y se ven personas sonrientes y felices cobijadas por el cielo azul, el sol de verano y una Coca-Cola fría al alcance de la mano. Para mí, siempre, es como si Estados Unidos se hubiera quedado congelado en los 80, a pesar de que, por supuesto, avanza y es moderno. La escena que se vive es una especie de Footloose o de Volver al futuro eternos. No sé por qué (quizás la razón es el conjunto de mis recuerdos de la televisión gringa que tanto disfruté cuando tenía menos de 10 años), pero esos momentos y esas vivencias siempre me hacen apreciar la evidente grandeza e importancia de este país y lo maravilloso e impresionante que verdaderamente es.
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